Roser Páez, delegada de Història Barcelona, nos explica cómo fue la salida que realizaron el miércoles 18 de septiembre.
Un extraordinario descubrimiento para los integrantes de la sección que visitamos este edificio modernista situado en la calle Carolines. Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2005. Proyectada entre 1878 y 1880 por Antoni Gaudí, fue su primera obra de importancia, y sin duda causó una gran sensación entre el público de la época. Se construyó entre 1883 y 1885, cuando Gràcia era todavía un municipio independiente.
Un edificio que pertenece a la etapa orientalista del arquitecto (1883-1888) de marcada inspiración en el arte del Próximo y Lejano Oriente, así como en el arte islámico hispánico, principalmente el mudéjar y nazarí. Gaudí buscó practicidad y estética, al tiempo que confort, higiene y bienestar, así como una perfecta armonía con el jardín y el entorno circundante. Planeó hasta el menor detalle, como la iluminación y la ventilación, buscando establecer las condiciones óptimas para la habitabilidad de la vivienda.
Uno de los espacios más evocadores y que llamó la atención del grupo, fue la tribuna junto al comedor. Abierta al jardín por unas celosías de madera de inspiración oriental que, cuando quedaban abiertas, dejaban ese espacio al aire libre. Ésta contiene un manantial de agua formado por un fregadero de estilo renacentista y una reja metálica de forma elíptica, similar a una tela de araña, que convertía el agua en una fina lámina por la que, cuando pasaba por ella la luz, se descomponía en los colores del arco iris.
También cabe destacar en la construcción, especialmente en el hierro forjado, la imitación a la naturaleza, perfectamente visible en el cierre perimetral de la casa formado por un muro de piedra con almenas y una reja de hierro forjado decorada con motivos de hoja de palmito y claveles de moro (Gaudí afirmaba haber encontrado estas flores en el solar y quiso rendirles homenaje). Aparte de visitar las dos plantas, llenas de pinturas y con un techo virtuosamente decorado con cerámica y papel maché, tuvimos la oportunidad de visitar la azotea y admirar las magníficas chimeneas y templete.
¡Una visita que demuestra que Barcelona es una de las ciudades con más y mejor concentración de edificios modernistas!
¡Os animo a visitarla!