Aprovechando la nieve caída en la sierra de Guadarrama, el sábado 5 de abril, los compañeros y compañeras de Montaña Madrid hicieron una excursión plenamente invernal, con crampones y raquetas, para subir a la Najarra y Bailanderos desde el puerto de la Morcuera.
Nos lo cuenta Cándido del Castillo, delegado de la sección.
Vamos cinco, Antonio, Concha, Diego, Fefi y yo. Sin parar en Miraflores, como hacemos habitualmente a tomar un café, subimos directamente al puerto por miedo de que se llene el aparcamiento. La carretera de subida a Morcuera estaba sumida en la niebla, aunque libre de nieve, y justo en el puerto se corta para no seguir más adelante.
Una vez en el puerto y aparcados los dos coches, podemos contemplar como un mar de nubes cubre el fondo del valle escondiendo los pueblos de Miraflores y demás aledaños. El puerto y parte de la subida están bajo el sol, mientras las cumbres más altas se encuentran tapadas por unas nubes que vienen y van hasta el cordal que va desde la Najarra a Bailanderos, por donde queremos subir.
El paisaje es espectacular y rápidamente nos ponemos en marcha calzados unos con crampones y otros con raquetas de nieve. La subida a la Najarra es muy cansada y trabajosa porque hay tramos de nieve blanda en los que nos hundimos hasta las rodillas y otros tramos de nieve dura peligrosos por su inclinación. A pesar de ello vamos disfrutando de las vistas y no paramos de hacer fotos, hacía tiempo que no necesitábamos usar los crampones para subir hasta la Najarra.
Empezamos a andar pasadas las nueve y media y necesitamos casi dos horas de subida para alcanzar el pico y parar a disfrutar del paisaje y comer el plátano mañanero contemplando el collado y cordal hasta Bailanderos, que hacen una postal preciosa donde el sol reluce en la nieve por la cara norte y las nubes llegan hasta el borde de la cara sur, haciendo una estampa digna de ver y disfrutar.
Desde la Najarra seguimos hacia el collado detrás de una débil huella en la nieve y poco a poco nos vamos acercando al collado que nos separa de la última subida a Bailanderos. Bordeamos el viejo refugio de la Najarra y descendemos en diagonal hacia el collado. Antes de llegar, es casi la una, Fefi y Concha nos vienen avisando que quieren dejar Bailanderos para otro día porque están cansadas. Después de una breve reunión en la que se tienen en cuenta las fuerzas y la amenaza de que nos engulla la niebla, decidimos bajar desde el collado directamente al puerto, por donde estaba previsto, para acabar a las dos de la tarde y poder comer tranquilamente el bocadillo antes de coger los coches y bajar a Miraflores a tomar un café, después de un muy buen día de montaña y una agradable compañía.