El 7 de junio, un numeroso grupo de la sección de Història Barcelona, guiado por el profesor David Revelles, siguió las huellas del artista en Barcelona: visitaron la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, donde se formó, y recorrieron el Barri Gòtic, rememorando algunos de los lugares donde trabajó y que fueron fuente de inspiración para su obra.
Roser Páez, delegada de la sección, nos hace un resumen de cómo fue la salida.
Empezamos la visita descubriendo la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, primer museo de Cataluña y escuela donde Picasso se formó y donde conoció “a sus amigos catalanes” como él mismo afirmaba. La Acadèmia forma parte del edificio de la Llotja, de estilo gótico, pero recubierto de una estructura neoclásica. Actualmente, la Acadèmia funciona como museo y alberga importantes obras pictóricas y esculturas del arte catalán moderno (Damià Campeny, Antoni Solà, Joseph Flaugier, Lluís Rigalt, Marià Fortuny, Antoni Caba (retratista de la familia real), así como obras de artistas europeos y españoles.
Pablo Picasso, afirmaba que “en Barcelona es donde comenzó todo”. De esta manera mostraba su nexo artístico y sentimental con esta ciudad que descubrió en el año 1895. El nombramiento de su padre D. José Ruiz Blasco como profesor de dibujo de la Escola Oficial de Belles Arts i Oficis Artístics de Barcelona fue el motivo del traslado de su familia a esta ciudad.
Picasso se matricula en esta escuela, designada en aquella época como Acadèmia de Belles Arts de Barcelona, compartida su sede en el segundo piso de la Llotja, donde tenían lugar las contrataciones bursátiles y comerciales. Será aquí donde Picasso establecerá sus primeras amistades, Manuel Pallarès, Joaquim Bas, el escultor Josep Cardona, Miguel Utrillo, Carles Casagemas, entre otros.
Fuera ya de la Acadèmia, la ruta comienza en la calle de la Plata, 4, donde el padre de Picasso alquiló un estudio en el último piso de este edificio para su hijo de 14 años. Paseamos por Escudellers Blancs, plaza de la Mercè, plaza Reial, Nou de la Rambla, 10, lugares donde establecería nuevos talleres. Éste último situado en la parte superior del edificio donde el artista pintó azoteas y varias obras de su período azul. Hicimos un viaje en el tiempo para imaginarnos “L’Edèn Concert”, situado justo al lado, donde dibujaba el pintor; dibujó a amigos y cantantes de cuplé de la época.
No hay duda de que Barcelona se convirtió en un nexo importante en la vida de este genio, no solo en su etapa de formación, sino también en su revelación como artista. Como así lo refleja una de sus pinturas más famosas, “Las señoritas de la calle Avinyó” que hace referencia al burdel que frecuentaba en la calle Avinyó en el Barri Gòtic.
Es obvio que las relaciones personales entre Picasso y Barcelona son esenciales para entender el proceso de formación y que se mantuvieron vivas hasta su muerte.
¡Todo un descubrimiento y un placer para el grupo compartir una mañana soleada de junio para profundizar en el conocimiento tanto de la vida del artista, como del patrimonio de esta extraordinaria ciudad!