Del 24 al 29 de abril, un grupo de 38 compañeros y compañeras de la sección Gent amb experiència, impulsada por la delegada Montserrat Ventura, hicimos una cata de Milán –Il Duomo y el Castillo de los Sforza– antes de desplazarnos a Liguria. Nos lo cuenta Carmen Buisán, miembro de la sección.
Situada en el noroeste de Italia, Liguria es una de las regiones más singulares del país. Es una franja estrecha de tierra entre las montañas alpinas y el mar (240 km de largo – de 7 a 35 km de ancho), con una gran riqueza ecológica. Tiene 15 parques y reservas naturales donde los pueblos costeros se integran con armonía con unos paisajes salvajes y vertiginosos, con acantilados sobre el mar de Liguria, que tiene también 6 áreas marítimas protegidas.
En el centro, Génova, la capital, que fue nuestro centro de operaciones y que nos sorprendió. Ciudad interesante, bonita, enigmática, a veces oscura –sobre todo el barrio medieval– a veces rica y señorial –especialmente la zona renacentista. Durante el viaje vimos lugares donde la historia parece haberse detenido desde tiempos inmemoriales.
Recorrimos en autocar buena parte de los 315 km de costa, con poquísimas playas. Las carreteras muy complicadas con más de 100 túneles y llenas de puentes y viaductos. Visitamos, en la costa de Levante, la comarca de la Cinque Terre, que recorrimos en barco y tren, disfrutando de los pintorescos pueblos agrícolas y marineros de Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso que se alzan en espectaculares enclaves sobre el Mediterráneo. Las hermosas casas de colores parecen salir de la misma roca.
Mención especial para Portofino (aristocrático y elegante) y el Monasterio de San Fructuoso. Interesante también la costa de Poniente –Riviera delle Palme y Riviera dei Fiori– con bonitos pueblos rodeados de una naturaleza verde y ufana, dedicando más tiempo a Alassio y Savona. ¡Un agradable viaje con muy buena compañía!