Del 8 al 17 de julio, un grupo de 33 personas realizaron una estancia en el balneario de Caldes de Boí, organizada por la sección de Gent amb experiència de Barcelona. El objetivo era disfrutar de las sanas aguas de este balneario y de la naturaleza que rodea las instalaciones, ubicadas dentro de un pequeño valle rodeado de altas montañas. La proximidad de parajes pirenaicos fantásticos, con pueblos de postal, facilitó que todo el mundo completara su estancia con salidas difíciles de olvidar.
El balneario de Caldes de Boí, a 1.470 metros de altitud, tiene 24 hectáreas de espacios ajardinados junto al río Noguera de Tor, con un pequeño estanque, manantiales, un recinto con tres piscinas de agua termal, y caminos que conducen a 37 fuentes de aguas mineromedicinales de distintas composiciones y temperaturas que oscilan de los 4 a los 56 grados. Pasear por el recinto, rodeado de frondosos árboles que ofrecen toda la gama de verdes posible, escuchando los pájaros y el rumor del agua, es una experiencia muy placentera y relajante que, acompañada de los tratamientos específicos del balneario, garantiza una eficiente terapia para el estrés.
“Instalados en el Balneario, lo primero es la visita a la doctora. Este “ritual” mandará nuestro calendario diario para poder seguir los tratamientos según prescripción facultativa: recinto termal, inhalaciones, duchas, estufa, masajes… y los fangos, la estrella del establecimiento”, comenta Carmen Buisán Serradell, una de las participantes.
Aparte de los tratamientos y de disfrutar de las piscinas termales al aire libre, se realizaron actividades opcionales dentro del hotel –talleres de musico-terapia, de modelar barro y de infusiones– y salidas para visitar el Parque Nacional de Aigüestortes, la iglesia románica de Sant Climent de Taüll con la proyección del videomapping, hacer un recorrido por parajes relacionados con las leyendas del Valle de Boí –contadas por Roger, su guía– y para ver la bajada de las fallas de Erill la Vall.
“La estancia en el Balneario de Boí ha sido una experiencia única en uno de los refugios termales más idílicos de los Pirineos. Hemos podido gozar del termalismo y conectar cuerpo y mente en un entorno natural excepcional. Pero lo más especial de esta estancia ha sido poder compartirla con los amigos en un ambiente de auténtico compañerismo”, señala Montserrat Ventura Grau, delegada de la sección.
“Esta estancia ha sido muy positiva para todos ¡y esperamos repetirla muchos años más!”, concluye Carmen con una sonrisa llena de optimismo, reflejando el sentimiento generalizado de alegría que ha dejado esta vivencia.